La inscripción de las alianzas
electorales, el 12 de junio próximo, no será solamente un plazo legal.
Será el primer paso de la puesta en escena de las fuerzas políticas que
lucharán para determinar la sucesión del kirchnerismo. El segundo paso
ocurrirá en agosto, cuando las internas abiertas depuren las listas que
pelearán en octubre. Las diferentes clases sociales de Argentina deberán
tomar partido por una u otra alternativa, en medio de una crisis de
régimen, que involucra un desequilibrio político colosal y la amenaza de
‘ajustes’ de impacto violento.
De aquí al jueves 12, la Corte Suprema
deberá decidir si habilita la elección popular del Consejo de la
Magistratura -una lista única nacional de académicos, abogados y jueces
con la que el oficialismo quiere ‘nacionalizar’ una elección
parlamentaria por provincias. Según versiones, el oficialismo buscaría
disimular su creciente orfandad política con una lista encabezada por la
madre de Marita Verón y por Estela Carlotto. Si la Corte declara la
inconstitucionalidad de esta elección, lo que aparece como más probable,
el oficialismo quedará como un niño recién llegado al mundo. En ese
caso, el gobierno no tendría forma de gambetear una derrota segura en
Córdoba, Santa Fe, Mendoza y la Capital, entre otros distritos. En el
caso de la provincia de Buenos Aires, el resultado está condicionado
-dicen las consultoras- a la presentación o no de Sergio Massa. El
intendente de Tigre ha reclutado a sus punteros, intendentes y
empresarios entre viudos y esposos ‘modelo’, como el industrial De
Mendiguren o Giustozzi, el intendente papista de Almirante Brown. La
lista se completaría con algunos integrantes de la corpo mediática
oficial, como el grupo Vila-Manzano.
Massa le ha ofrecido a la base
empresarial del kirchnerismo un cambio de frente -sin cepos, ni Báez, ni
Cámporas. La especulación inmobiliaria en Tigre es su carta de
presentación. El “frente renovador” de Massa no ha renovado nada, es
sólo una expresión de la disgregación kirchnerista. Massa fue el primer
piloto del pago de la deuda usuraria con el dinero de la Anses.
El kirchnerismo ingresa al proceso
electoral bajo ‘libertad vigilada’: está acusado de que “Lázaro es
Néstor”. Se dice que ha conservado en el gabinete al fracasado Puricelli
para evitar que, como santacruceño, no salga a hablar más de la cuenta.
Bajo la presión de su propio derrumbe, el gobierno busca con
desesperación el apoyo del pulpo petrolero Chevron, con el cual el
venezolano Maduro acaba de cerrar un contrato de explotación. La Corte
ha dejado sin efecto los embargos ambientales contra Chevron, acusado de
daños ambientales enormes en Ecuador, a pedido de la procuradora Gils
Carbó -o sea, de CFK. Pero no existe a la vista la posibilidad de que el
pulpo yanqui se interese por Argentina, por las mismas razones que
devolvieron a Vale do Rio Doce a Brasil -el reclamo de una devaluación
al nivel del mercado paralelo. El dólar Moreno-K va en esa dirección.
Opositores
Por el lado ‘opositor’, hay divergencias de todo tipo.
Pejotistas y macristas penan por llegar a un acuerdo. El macrismo tiene intereses fuertes en la ‘patria inmobiliaria’; el pejoto-lavagnismo, en la burguesía industrial. La formación de un bloque entre Binner, la UCR, Solanas y Carrió se dirimirá por internas en la Capital. La constitución de este bloque ha acentuado el desguace del radicalismo, ya que la derecha de la UCR marchará con Macri, mientras Moreau-Storani han sido cooptados por los K. La Unidad Popular de Lozano y De Gennaro lanzó su corriente nacional al margen del FAP con la presencia de Binner, quien apoyará a los rivales de Lozano. La UP, por lo tanto, se ha convertido en una colectora sin autopista a la vista. Los chavistas de Marea Popular se han aliado con Lozano, el cual sigue en el FAP, cuyo líder, Binner, declaró que prefiere a Capriles en lugar de Maduro. Estos ‘mareados’ son los que denuncian que el Partido Obrero le ‘hace el juego al imperialismo’. El cierre de acuerdos ha dejado en soledad al MST y el PCR, dos grupos que denuncian como sectarios a los que rechazan las malas compañías.
Por el lado ‘opositor’, hay divergencias de todo tipo.
Pejotistas y macristas penan por llegar a un acuerdo. El macrismo tiene intereses fuertes en la ‘patria inmobiliaria’; el pejoto-lavagnismo, en la burguesía industrial. La formación de un bloque entre Binner, la UCR, Solanas y Carrió se dirimirá por internas en la Capital. La constitución de este bloque ha acentuado el desguace del radicalismo, ya que la derecha de la UCR marchará con Macri, mientras Moreau-Storani han sido cooptados por los K. La Unidad Popular de Lozano y De Gennaro lanzó su corriente nacional al margen del FAP con la presencia de Binner, quien apoyará a los rivales de Lozano. La UP, por lo tanto, se ha convertido en una colectora sin autopista a la vista. Los chavistas de Marea Popular se han aliado con Lozano, el cual sigue en el FAP, cuyo líder, Binner, declaró que prefiere a Capriles en lugar de Maduro. Estos ‘mareados’ son los que denuncian que el Partido Obrero le ‘hace el juego al imperialismo’. El cierre de acuerdos ha dejado en soledad al MST y el PCR, dos grupos que denuncian como sectarios a los que rechazan las malas compañías.
Izquierda
En este nuevo “final de ciclo”, la izquierda anticapitalista prepara su propia lista del Frente de Izquierda, en todo el país, en el marco de un Partido Obrero fuertemente movilizado. Hemos atravesado la etapa preparatoria de las elecciones en forma fecunda, en la que se han combinado discusiones políticas francas y fuertes, y una campaña de nuestro partido que ha crecido en desarrollo desde fines del año pasado.
En este nuevo “final de ciclo”, la izquierda anticapitalista prepara su propia lista del Frente de Izquierda, en todo el país, en el marco de un Partido Obrero fuertemente movilizado. Hemos atravesado la etapa preparatoria de las elecciones en forma fecunda, en la que se han combinado discusiones políticas francas y fuertes, y una campaña de nuestro partido que ha crecido en desarrollo desde fines del año pasado.
Marcelo Ramal
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