El choque entre Moyano y su ex abogado Héctor Recalde en el Congreso
tuvo un claro telón de fondo. El gobierno que el dirigente camionero
apoyó durante nueve años está por sancionar una ley que perfecciona la
privatización de los riesgos del trabajo. Los popes de la Unión
Industrial aplaudieron de pie el fin de la “doble vía” en los accidentes
de trabajo. La Presidenta explicó que el cepo cambiario asegura el uso
de las reservas para el pago de la deuda dolarizada, pública y privada.
Kicillof, en el Congreso, aseguró la vuelta de los “vientos de cola” de
la economía mundial. Pero la soja ha caído un 20 por ciento en un lapso
de semanas (“serios problemas de caja para comienzos de 2013”; Ambito,
17/10). La mentada recuperación brasileña sigue en promesa, y Renault de
Córdoba ha vuelto a las suspensiones. El ajuste y la fundición del
“modelo” agrede a la clase obrera: un relevamiento privado informa de un
aumento de los precios de la canasta básica del 39% en un año, frente a
paritarias que han oscilado entre el 20 y el 25%. El trabajo en negro,
la tercera parte de la fuerza laboral, ni siquiera accedió a esos
aumentos. Los trabajadores en blanco soportan el rasero del impuesto al
salario. Cuando las contradicciones de la economía oficial resultan
incontenibles, el gobierno busca fundar el respaldo de la clase
capitalista con medidas antiobreras.
Por un paro nacional
Moyano resolvió aprovechar el 17 de octubre para compartir un palco con
De Narváez y otros integrantes del pejota, que negocian una alianza
nacional con el macrismo. ¿Y el paro nacional, lanzado en la tribuna del
pasado 10; Micheli ha seguido el mismo rumbo.
El planteo de un paro nacional y un plan de lucha por las
reivindicaciones obreras ocupa, en este cuadro, un lugar definido. Hay
que dar la batalla en el seno de las organizaciones obreras, para
superar los límites sindicales y políticos insuperables de sus
burocracias. La lucha por la reapertura de las paritarias, por el fin
del impuesto al salario, por el 82% móvil, por un básico de 7.000 pesos
para todos los trabajadores, el fin de las tercerizaciones, por la
nacionalización sin resarcimiento de las privatizadas y el no pago de la
deuda a los usureros internacionales, se oponen por igual al gobierno
ajustador y a sus aspirantes a suplantarlo, en nombre de intereses
sociales igualmente reaccionarios. Un programa de la clase obrera, y un
plan de lucha, contribuirían para colocar a todas las clases sociales
agraviadas por los “ajustadores” oficiales en el campo de la clase
obrera. Impulsemos plenarios, pronunciamientos y una campaña, en todo el
movimiento obrero, por un paro nacional, por un programa y una salida
política de los trabajadores.
Marcelo Ramal
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