viernes, 9 de octubre de 2009

La muerte de Mercedes Sosa

Una voz popular

Mercedes Sosa murió este domingo a los 74 años. Sus canciones acompañaron por décadas a generaciones de argentinos que encontraron en su exquisito repertorio nuevas formas del folclore y la música popular. Nacida en Tucumán en una familia humilde, se dedicó a cantar desde temprano. Casada con Oscar Matus, se radicó en Mendoza, donde conoció al poeta Armando Tejada Gómez y, juntos los tres, iniciaron el movimiento conocido como Movimiento de la Nueva Canción, que se propuso que el folclore retratara la cotidianidad de la vida de los sectores populares, como una forma de que la música se fundiera con una finalidad política. Los tres militaban en el Partido Comunista. Era el año 1963, comenzaba la agitada década de los sesenta. En 1965, el título de su álbum se convertiría en un manifiesto: Canciones con fundamento. Su próximo disco se tituló Yo no canto por cantar que, luego de una recordada presentación en el Festival de Cosquín, invitada por Jorge Cafrune, la llevó a la masividad.

El amor popular es un signo inaudito entre los artistas: pocos llegan a la estatura que permite que sus seguidores se declaren en estado de incondicionalidad. El repertorio de canciones elegido por Mercedes Sosa, que desde luego cantaba con una voz única, lograba una comunidad con el auditorio. Sus canciones estuvieron dirigidas a la vida de las mayorías, a las luchas, a las ansias de libertad. Además de una voz privilegiada, Sosa tuvo la virtud de saber elegir los autores de sus canciones: desde Silvio Rodríguez a León Gieco, desde Charly García a Víctor Jara, desde Pablo Milanés a Violeta Parra, su repertorio conforma un muestrario de una música inspirada y dirigida hacia los sectores populares.

Consagrada por su gran llegada al público, no se apartó de una senda latinoamericanista en sus canciones y, en 1973, al producirse el golpe de Estado de Pinochet y el derrocamiento de Salvador Allende en Chile, decidió no volver a cantar en ese país hasta que cayera el dictador.

Cuando se produjo el golpe militar de Videla en el país, decidió quedarse, a pesar de que se prohibieron sus discos. Su decisión concordaba con la política del Partido Comunista, que no fue ilegalizado por la dictadura, aunque Sosa no llegó a elogiar al gobierno militar como sí hizo su partido. En 1978, durante un recital en La Plata, fue detenida en el escenario mientras la policía se llevaba al público. Se exilió, entonces, en Francia y España.

En 1982 regresó a la Argentina para una serie de recitales en el teatro Opera. Cada uno de esos conciertos se convirtió en un hecho político, social y cultural: el público cantaba consignas contra los militares y estallaba en aplausos y gritos cuando terminaba su canción Los hermanos, de Atahualpa Yupanqui, cuya letra culmina con la palabra “libertad”, que era coreada por la multitud. Semanas después de los recitales, Galtieri comenzaría la guerra de las Malvinas y poco después caería la dictadura.

Las manifestaciones políticas de Mercedes Sosa estuvieron signadas por oscilaciones tremendas, signo de la desorientación a la que se ven sometidos los artistas que no logran empalmar su pensamiento político con el programa revolucionario. Comunista desde la década del ’50, no dudó en apoyar al radicalismo de Alfonsín cuando regresó la democracia y, luego, se mostró entusiasta con las variantes más variopintas del centroizquierdismo. En 2003, brindó su apoyo a la candidatura del derechista Mauricio Macri como jefe de Gobierno porteño. Más tarde, expresó su adhesión al gobierno kirchnerista, que mantuvo hasta su muerte.

El legado de su obra artística perdurará en el imaginario social argentino por mucho tiempo, como sucede cada vez que un artista verdadero muere. Quedan también algunos de sus gestos: en 1995 decidió no cantar en Tucumán, su tierra natal, mientras el genocida Bussi fuera gobernador. Dieciséis días después del retiro de Bussi del gobierno, ofreció un recital en San Miguel. Queda el recuerdo de su llamado, durante un concierto, a aportar al fondo de huelga de Atlántida y cómo rebalsaron entonces las alcancías. Quedan las imágenes y grabaciones del recital de Managua, durante la revolución sandinista, cuando ante decenas de miles de personas entonó Cuando tenga la tierra y el público vibró ante estos versos: “Cuando tenga la tierra, / la tendrán los que luchan, / los maestros, los hacheros, los obreros”. Quedan Mercedes Sosa y su música en la memoria popular y servirá su vida, también, a la hora de hacer un balance acerca de las necesidades políticas de la clase obrera.

2 comentarios:

pascutti dijo...

muy buen articulo. Lo que no hay que negar es que "la Negra" es bien argentina con todas las contradicciones que eso acarrea. Que su voz permanezca en el tiempo y la memoria. QPD

L. D. dijo...

Lo insoslayable y urgente es que la clase obrera y los sectores populares recuperen y resignifiquen el arte; esto es, no dejar en manos de las clases dominantes las expresiones artísticas surgidas de las entrañas de las luchas sociales.