Solanas, Sabbatella y el Banco Mundial
La CTA ha lanzado una profusa campaña de afiches que aboga por un subsidio universal para los niños de 135 pesos. La campaña es un evidente soporte político a las candidaturas de Solanas en Capital y de Sabbatella en Provincia. Lo mismo plantea Carrió, desde sus tiempos del ARI, y ahora especialmente con Prat Gay. Ni qué decir que lo respalda la Iglesia. Con el apoyo que ha recibido del Banco Mundial, podemos decir que, si no el subsidio, su reivindicación ya es, sí, universal.
El planteo, en 2002, dio origen a los planes de Jefes y Jefas. Desde el Consejo Consultivo, piloteado por la Iglesia y la CTA, se distribuyeron los planes sociales (intendentes, D'Elía, Alderete), con un fluido financiamiento del Banco Mundial y una parte de las retenciones a las exportaciones. En la misma línea de los "proyectos de asistencia social" se inscribe el crédito que el gobierno kirchnerista acaba de suscribir, por 450 millones de dólares, con el Banco Mundial.
A Kirchner, De Narváez, Carrió, Solanas, Sabbatella los unen muchas cosas, entre otras el asistencialismo. Está concebido como un "amortiguador social" de la desocupación masiva que trae de la mano la bancarrota capitalista. No es un seguro al parado, pues para eso debería estar atado al salario último del trabajador, sino una limosna social. Está presente en todas las propuestas del Banco Mundial y del FMI relativas a "las reformas de segunda generación", que se refieren a la abolición de las indemnizaciones por despido y el contrato por tiempo indeterminado. Para impulsar la precariedad laboral, que no recibe protección social, los capitalistas están obligados a contemplar lo que ocurre con los precarios cuando son despedidos o en casos de desocupación masiva. Por eso hablan de una "subsidio de empleo y formación", que permita la subsistencia del trabajador precario y su reciclamiento.
La circunstancia de que sea necesario un crédito del Banco Mundial para implementar el subsidio está indicando que su financiación no corre a cargo de la clase capitalista. El Estado se endeuda y la deuda es pagada por rentas generales, con los impuestos que pagan los trabajadores, incluidos los precarios y los niños asistidos.
Este tipo de crédito agravan la esclavitud financiera nacional, porque no financia la inversión productiva sino el asistencialismo. El capital internacional puede canalizar así sus excedentes financieros, que no encuentran colocación, sin el peligro de crear una competencia. Económicamente, es un crédito parasitario. Los dólares del préstamo serán transformados en pesos por el Banco Central, lo que servirá para aumentar sus reservas en divisas y la disponibilidad de fondos para que se fuguen los capitales sin provocar una corrida cambiaria.
Por otro lado, habiendo casi tres millones de trabajadores entre desocupados (1,5 millones) y subocupados, los planes sociales, sin embargo, hoy no pasan, en su conjunto, de un millón, que cobran entre 150 y 200 pesos. El Fondo de Desempleo abarca a 150 mil trabajadores, que reciben 400 pesos mensuales decrecientes.
Nuestro planteo es: prohibición de despidos; reparto de las horas de trabajo disponibles sin afectar el salario; nacionalización de toda empresa que cierre y gestión obrera; seguro al desocupado de un 82% del salario promedio.
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