LA PLAZA DE LA RURAL
La semana pasada, el videliano Laureano Miguens seguramente no podía creer lo que estaba viviendo: nada menos que él saludaba desde el balcón de la casa de gobierno de Santa Fe a más de quince mil personas que lo vitoreaban, mientras esperaba el inicio de la reunión de las entidades agrarias con Binner.
La escena no solamente retrata las limitaciones impopulares, insalvables, del movimiento agrario que animan los autoconvocados del campo y los chacareros de la soja, en un frente único con los llamados ‘pools de siembra’ y los terratenientes.
Ilumina, por sobre todo, el carácter del ‘modelo productivo’ del kirchnerismo, que mientras enriqueció como nunca antes a los monopolios vinculados con las exportaciones, ha dejado a los pueblos del interior en la miseria, a merced de los agentes económicos y políticos de sus propios explotadores.
Con trabajos en negro, salarios inferiores al mínimo nacional, infraestructuras sanitarias y educativas en ruinas, contaminación del aire y del suelo, y un pavoroso panorama de viviendas.
El balcón de la Rural deja al descubierto la charlatanería de los intelectuales imposibles del oficialismo acerca de la redistribución de los ingresos.
No hay nada más eficaz para devolverle lustre a la derecha o a la oligarquía que un par de años de gobierno ‘progre’ o nacional y popular; es decir, capitalista.
Bastaron dos años de ‘progres’ en Italia para que volviera Berlusconi al gobierno, pero esta vez acompañado por la Camorra siciliana.
Pero al “país federal”, que de acuerdo con la demagogia de los patrones de la soja solucionaría estos problemas, los trabajadores del interior lo conocen de sobra, pues no ha habido mayores saqueadores de los fondos públicos que los gobernadores.
Los Reutemann, los Cobos (vicepresidente del kirchnerismo), los Bussi, los Palito Ortega, los Kirchner, los Brizuela, los Rozas, los Menem, los De la Sota, los Romero, los Duhalde, Ruckauf y Solá.
Los que vaciaron varias veces los bancos provinciales para regalarlos a los Eskenazi, Britos, Werthein, Elsztain, Soros no son precisamente una salida para el pueblo.
El “país federal” es un calco del “país unitario”: la caja de los grandes capitalistas. Que digan lo contrario las grandes industrias –agrícolas y no agrícolas–, y los puertos privados de la ribera santafesina del Paraná.
El próximo 25 de mayo, en Rosario, gracias a una idea que se le atribuye a la abogada de los ‘pool de siembra’, María Cristina Alarcón, los autoconvocados de bombacha y poncho compartirán tribuna con los garcas de la Rural y con la Coninagro de los SanCor, o sea con los explotadores de los tamberos y de los pequeños productores.
La compartirán también con la Iglesia argentina de los Bussi –no Buzzi–, para demostrarle a Ratzinger que el oscurantismo y la represión espiritual se encuentran a buen resguardo en Argentina y para asegurar, ‘urbi et orbi’, que el campo argentino es ‘occidental y cristiano’.
Pero ni la Rural en Rosario –aunque la acompañe el socialismo de los ‘pool de siembra’–, ni Cristina Kirchner en su autoexilio en Salta, aportarán a la solución de las necesidades populares.
Las masas del campo y de la ciudad tendrán oportunidad de comprobarlo otra vez con inusitada velocidad.
También podrán comprobar que no solamente entre los grandes explotadores se cuecen habas y se producen nuevos desplazamientos y recambios.
En las filas obreras y campesinas se van gestando igualmente grandes novedades, entre una burocracia sindical que se hunde en el desprestigio y se quiebra inexorablemente, y una nueva generación de luchadores obreros con gran vocación de acabar con ella y construir un dirección política nueva y revolucionaria en Argentina.
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